jueves, 17 de diciembre de 2015
martes, 1 de diciembre de 2015
INVESTIDURA EN VALENCIA 28. NOVIEMBRE 2015
BRILLANTE ACTO DE INVESTIDURA EN VALENCIA
La
Capilla del Santo Cáliz, en la Catedral Metropolitana, fue el escenario
escogido para la celebración del Acto de Investidura del Capítulo en la ciudad
de Valencia. No pudo presidir el Cardenal Arzobispo Antonio Cañizares, como
estaba programado, por haber tenido que viajar inexcusablemente hasta Burgos.
En su nombre lo hizo el Ilmo. Sr. Deán D. Emilio Aliaga.
Los Caballeros y Damas
asistieron en número de unos ciento cincuenta. A ello hay que añadir un buen
número también de feligreses y peregrinos que acudían a la Capilla del Santo
Cáliz a ganar el Jubileo de la Misericordia que ha concedido el Papa para este
año litúrgico que comienza. En su homilía el sr. Deán tuvo palabras
entrañablemente elogiosas para el Capítulo y para la figura de Isabel la
Católica.
Intervinieron con sus cánticos en la Misa el Coro de la Parroquia de Santa María de Jesús y la soprano Dama del Capítulo Yasmín Zaragoza Muller.
Intervinieron con sus cánticos en la Misa el Coro de la Parroquia de Santa María de Jesús y la soprano Dama del Capítulo Yasmín Zaragoza Muller.
Finalizada la Misa, el Gran Maestre Ilmo. Sr.
D. José María Gómez Gómez procedió a investir a los nuevos Caballeros y Damas
conforme al ritual tradicional del Capítulo.
Así resultaron investidos los
siguientes Ilmos. Sres. y Sras.: Antonio Miralles Laguna, Manuel Devis Bayona,
Francisco Carmona Rascón, Francisco Javier González Tausz, Antonio Cordero y
Ponce de León, Luz Trujillo Trujillo y Mª Cruz Gómez-Trelles Peláez. Así mismo
fue nombrado Comendador por Segovia el Caballero Ilmo. Sr. D. Juan Pablo de
Quevedo y Llorente. El Gran Maestre distinguía finalmente como Caballero de
Honor al Ilmo. Sr. Deán, D. Emilio Aliaga, y hacía público elogio del
Secretario-Canciller Ilmo. Sr. D. Raúl Baz Terrón por su puntual ejercicio como
tal durante los últimos años.
Acto
seguido, en procesión capitular, los Caballeros y Damas se trasladaron a la
inmediata Basílica de la Virgen de los Desamparados para, en presencia del
Ilmo. Sr. Rector de la misma, hacer obsequio e imposición de la Medalla de
honor del Capítulo ante la imagen de la Patrona de Valencia.
Momento especialmente emotivo que culminó con el canto de la Salve.
Momento especialmente emotivo que culminó con el canto de la Salve.
Desde
la Basílica el Cortejo Capitular se trasladó hasta la Fuente de la Sabiduría
que preside, entre otras, la estatua de Isabel la Católica. Allí se depositó
ante ella una Corona de Laurel. Y otro tanto se hizo a continuación en el
vecino Patio de la Universidad ante el monumento del ilustre humanista
valenciano Luis Vives.
El
recorrido terminó en el Salón de Armas del Gobierno Militar donde tuvo lugar el
Acto Académico y nombramiento de nuevo miembros de la Academia de la
Hispanidad.
Tras el saludo del Gran Maestre, tomaron la palabra sucesivamente
el Director de la Academia, el Excmo. Sr. Duque de Veragua D. Cristóbal Colón de
Carvajal y el Comendador por Valencia Ilmo. Sr. D. José Cosín. A
continuación resultaron nombrados académicos los Ilmos. Sres. y Sras.: Dª Juana
Sánchez-Gey (Numerario), D. Francisco Javier G. Tausz (Numerario), D.
Armando Ruiz, D. Ignacio Montojo, D. José Marcos March ,
D. Fracisco Carmona, Dª Mª Cruz Gómez-Trelles, Dª Concepción
Aguilera y Dª Ania Granjo.
Aprovechando
el viaje a Valencia, los Caballeros, Damas, familiares y amigos acompañantes
disfrutaron la oportunidad de visitar además de los mencionados espacios de
celebración los lugares turísticos del Museo Nacional de Cerámica en el
fastuoso Palacio del Marqués de Dos Aguas, el espectacular Parque Oceanografic
y la elegante Lonja.
En
la tarde-noche de ese día 28, improvisadamente, el Caballero y Académico recién
nombrado Ilmo. Sr. D. Francisco Javier G. Tausz, sobresaliente compositor y
pianista, deleitó a buen número de Caballeros y Damas con un improvisado
concierto de piano en el hall del hotel Meliá Plaza, donde tenía lugar el
alojamiento de la expedición. En verdad fue un momento emotivo y muy brillante.
El excelente músico interpretó dos piezas de su creación, dedicadas
respectivamente a Isabel la Católica y a Cristóbal Colón. Una gran salva de aplausos coronó su elegante
y artístico detalle.
Finalmente,
el domingo 29, antes de que los Caballeros y Damas retornaran a sus respectivos
hogares, buen número de ellos visitaron la Iglesia Parroquial de Santa María de
Jesús. Allí oyeron la misa dominical, tras de la cual el Gran Maestre hizo
público elogio y agradecimiento al Coro Parroquial por su desinteresada
colaboración en el Acto de Investidura, así como al Rvdo. Cura Párroco D. José
Marcos , Caballero y Académico, y a D. José Cosín Sánchez, Comendador del
Capítulo en Valencia, por la inestimable colaboración de ambos en la
organización de los actos.
lunes, 30 de noviembre de 2015
GRAN CAPÍTÁN V CENTENARIO
EL GRAN CAPITÁN
V CENTENARIO DE SU MUERTE
El
2 de diciembre de 1515 moría en Granada Gonzalo Fernández de Córdoba,
inmortalizado en la historia con el sobrenombre del Gran Capitán. España no había tenido, ni tendrá después, un
caballero y soldado tan emblemático desde la figura del Cid Campeador. Como
éste, el Gran Capitán es el mito de la caballerosidad, de la gallardía, de la
valentía y de la astucia, todas las virtudes que adornan a un gran estratega
militar. Él lo demostró a la vista de toda Europa en la conquista de Granada,
en las victorias sobre los ejércitos franceses (los más poderosos de su
tiempo), en la derrota y rechazo del Imperio Otomano que dominaba Oriente y
amenazaba las puertas de Viena, Hungría y Venecia, en el ejercicio del gobierno
de Nápoles con el título de Vifrrey… Los príncipes italianos le tenían por un
impecable condottiero. El Papa
propuso nombrarle Gondaloniero de las
tropas de la Iglesia. Pero él se mantuvo siempre fiel a los Reyes Católicos, incluso
en los momentos en que, muerta Isabel, Fernando tuvo celos de sus éxitos y
prevención ante la popularidad de su fama.
Gonzalo
Fernández de Córdoba, Enríquez y Aguilar había nacido en Montilla (Córdoba) en
1453. Era, pues, dos años más joven que Isabel la Católica. Fernando, de quien
era primo segundo, le sacaba sólo un año. Siendo muy joven, el todopoderoso arzobispo
Carrillo le enroló como paje en el séquito del príncipe Alfonso, hermano menor
del rey Enrique IV y de Isabel. Cuando el adolescente Alfonso murió
prematuramente, Gonzalo pasó a ser paje de Isabel, futura Isabel la Católica,
educándose al mismo tiempo como un gran caballero y un gran soldado.
Proclamada
Isabel reina, ya casada con Fernando de Aragón, Gonzalo combatió contra los
portugueses y los castellanos partidarios de la Beltraneja. Pro fue en las
campañas de la conquista de Granada donde se rebeló como un estratega
prácticamente invencible. Intervino decisivamente en la toma de varias plazas
importantes, sobre todo la ciudad de Loja, campaña capturó al monarca nazarí
Boabdil. Con él llevaría a cabo la negociación de las Capitulaciones de
Rendición, disponiendo la entrega de Granada a los Reyes Católicos el dos enero
de 1492.
Entre
1495 y 1498 llevó adelante con éxito la primera guerra contra el rey de
Francis, Carlos VIII, que pretendía anexionarse Nápoles. El Gran Capitán lo
impidió. Y cuando el Papa Alejandro VI
le pidió ayuda, acudió con resolución para liberar Roma y el puerto de Ostia
del poder de los corsarios que ocupaban la ciudad sometiéndola a impuestos. Por
esta valerosa acción el Papa le concedió la Rosa
de Oro, la distinción más alta que muy raramente concedía el Papado. En
1498 Gonzalo Fernández de Córdoba regresaba a España con sus tropas y con el
título de duque de Santángelo y el sobrenombre de Gran Capitán.
Pero
no acaban ahí sus campañas y sus éxitos militares en Nápoles. En 1501 hubo de
acudir nuevamente al disputado reino italiano con sus tropas para detener otra
vez la ambición del monarca francés, ahora Luis XII. Ahora le tocará combatir
contra ejércitos que le doblaban y aun triplicaban en número de soldados. Pero
nuestro Gran Capitán, demostrando ser un perfecto estratega, llevaba la guerra
a su terreno, practicando lo que se llamó la “guerra guerreada”, especie de
guerra de guerrillas a base de hostigamiento al enemigo, repliegues y bruscos
ataques inesperados. Así consiguió la impresionante victoria en Ceriñola,
batalla que apenas duró una hora, ocasionando más de tres mil bajas en el
ejército francés por apenas un centenar de españoles. Finalizada la batalla,
recorriendo el campo, entre los cadáveres divisó el del jefe de las tropas
francesas, el duque de Nemours. Al Gran Capitán, emocionado, se le saltaron las
lágrimas y ordenó que le enterraran con todos los honores. El rey Luis XII de
Francia, enterado del suceso, exclamó: “No
tengo por afrenta ser vencido por el Gran Capitán de España, porque merece le
dé Dios aún lo que no fuese suyo porque nunca se ha visto ni oído capitán a
quien la victoria haga más humilde y piadoso”.
No
menos brillante fue la victoria definitiva, que se conoce con el nombre de
batalla de Garellano. Cuando el Señor D’Aubigny rindió las tropas francesas, el
2 de enero de 1504, expresó: “No sé qué
virtud alabar más en vuestra señoría si la de las Armas o la liberalidad,
porque con la una ganáis reinos y vencéis a las gentes y con la otra ganáis las
voluntades. Un solo consuelo llevamos los malaventurados que a Francia volvemos
vivos, haber sido vencidos por un capitán que su gente de guerra tiene por
mejor buenaventura morir que desplacelle sin les dar paga ni comer ni vestir”.
Estas
contundentes y brillantes victorias dieron al Gran Capitán gran fama y
reconocimiento en toda Europa. Los cronistas empezaron a equiparale con
Alejandro Magno y Julio César. Fernando el Católico, al concederle el ducado de
Sessa y otras mercedes en enero de 1507, evocaba la victoria de Ceriñola
equiparándola a la de Aníbal en Cannas, al haber tenido lugar “en el mismo paraje donde persiguió en otro
tiempo Aníbal a los Romanos, dándoles una memorable derrota, los despojaste 8ª
los franceses) de sus Arietes y Máquinas de Guerra y banderas y los rechazaste
con una espera igual a la de Fabio Dictador Romano, y a la de Marcelo, y con
una ligereza semejante a la de César”.
Fernando
el Católico lo nombró Virrey de Nápoles, cargo que ostentó el Gran Capitán
durante cuatro años, hasta que comenzaron los recelos del rey. Tras la muerte de Isabel la Católica, una
parte de la nobleza castellana se puso de parte de Juana, heredera de Castilla,
y de su esposo Felipe el Hermoso. Fernando, en cambio, alegando incapacidad de
Juana, por demencia, pretendía ser el Regente y mantener los reinos unidos.
Entre los nobles que se oponían a Fernando estaban el conde de Cabra y el
Marqués de Priego, parientes muy cercanos del Gran Capitán. El rey receló de
éste y lo destituyó como Virrey de Nápoles.
Y como se extendió la habladuría de que se había apropiado de fondos de
guerra, el Gran capitán redactó una estrambótica e irónica relación de cuentas,
conocidas como “Cuentas del Gran Capitán”.
Con la sorna y el gracejo andaluz que le caracterizaba, escribió estos
disparates: por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas
para que frailes y monjas rezasen por los españoles en sus campañas, ciento
cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen
el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las
campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil
ducados; y, en fin, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces
del rey a quien “he regalado un reino”,
cien millones de ducados… así nació una leyenda. Y así nació una expresión, una
frase hecha, que llega hasta nuestro lenguaje actual.
Gonzalo
Fernández de Córdoba, el invicto Gran Capitán, ya convertido en un mito para el
pueblo y para la nobleza, se retiró a sus estados en Loja (Granada). Y en
Granada morirá el día 2 de diciembre de 1515. Había casado en primeras nupcias
con su prima Isabel de Montemayor, que moriría muy pronto al dar a luz por
primera vez. Pronto volvió a casarse, esta vez con María Manrique de Lara y
Espinosa, Dama de Isabel la Católica, del linaje de los duques de Nájera, con
la que tuvo dos hijas.
El
Gran Capitán fue enterrado en la magnífica iglesia del Monasterio de San
Jerónimo de Granada, que había fundado su admirado Fray Hernando de Talavera.
Bajo una humilde lápida de mármol, a ras de suelo, se guardan las cenizas de
Gonzalo Fernández de Córdoba. En el centro del presbiterio de la iglesia,
respaldado por el grandioso retablo que conserva las estatuas orantes del
invicto caballero y de su esposa María Manrique.
El
Gran Capitán fue un genio militar. Con él comienza el gran Siglo de Oro de
España como primera potencia mundial. Su sabia articulación estratégicas de la
infantería, la caballería y la artillería, con el bien utilizado apoyo naval,
la agilidad en el movimiento de las tropas en “guerra guerreada”, la
reorganización de los cuerpos de infantería en coronelías… todo ello vino a ser
el embrión de los afamados TERCIOS españoles que triunfaron en Europa y en el
Nuevo Mundo.
En
la actualidad, el Gran capitán sigue representando lo mejor de nuestra historia
y la razón del orgullo de aquella España que fue respetada y admirada por todas
las naciones de su época. otra vez la ambicionarca nazar por el Gran
Capitexclams. Al Gran capiteplieguesas para detener otra vez la ambicionarca
nazar
Ante la tumba del Gran Capitán
Yace bajo esta
losa desolada
el que no tuvo
par sobre la tierra.
Yace el que en
cada acción de cada guerra
dejó fama de
invicto acrisolada.
Yace el que
abrió las puertas de Granada,
el que ensanchó
la patria y su frontera,
el que sirvió la
causa verdadera,
el que por
Isabel ciñó la espada.
Yace el que en
Garellano y Ceriñola,
siempre
brillante en la sangrienta liza,
forjó la audacia
de la fe española.
Este sepulcro
oculta su ceniza.
Pero en el claro
espejo de la historia
luce implacable
su inmortal memoria.
José
María Gómez Gómez
lunes, 23 de noviembre de 2015
EL ÚLTIMO VIAJE DE FERNANDO EL CATÓLICO
Ante el V Centenario de su muerte (23 de enero de 2016)
El último viaje de Fernando el Católico
Cazalegas, pueblo de la provincia de Toledo muy próximo a Talavera de la Reina, ha iniciado la conmemoración histórica como hito que fue del último viaje de Fernando el Católico. El rey de la unificación de España y el expansionismo de la cultura hispánica en el Nuevo Mundo y en Europa iba a morir en ese viaje, que ya inició con la salud muy quebrantada. Huía del rigor del invierno castellano. Buscaba nuevos aires, nuevos paisajes, el recreo de su espíritu en los cálidos inviernos extremeños. Quería besar por última vez el manto de la Virgen Morena de Guadalupe. Quería llegar a Granada, tal vez para morir allí y allí ser enterrado junto a su inolvidable Isabel.
De todo esto habló José María Gómez, Gran Maestre del Capítulo y Presidente de la Academia de la Hispanidad, en la conferencia que fue invitado a pronunciar en Cazalegas el día 13 de noviembre.
El rey partió de Aranda de Duero, pasó por Madrid y Casarrubios… y el 11 de noviembre llegaba a Cazalegas. Aquí firmó ciertos documentos, entre otros una Carta a su nieto don Fernando, hermano menor de Carlos V, hijos ambos de Juana la Loca. El día 12 estaba el rey en Talavera. Luego se entretuvo varios días en Oropesa, desde donde pasó a Plasencia. Desde allí, con paradas en otras pequeñas aldeas, se trasladó a Trujillo, donde el ayuntamiento le tributó una espectacular recepción, con una corrida de toros y otros festejos. Desde Trujillo se dirigía a Guadalupe, pero a mitad de camino se agravó su salud y tuvo que acogerse a una casa, propiedad del Monasterio, en el pueblo de Madrigalejo. Allí, en la madrugada del día 23 de enero de 1516, moría Fernando el Católico. Durante el viaje fue perfilando su testamento y, en el lecho de muerte en Madrigalejo, acordó con los de su Consejo nombrar Regente de España al cardenal Cisneros, en tanto su nieto Carlos alcanzaba la mayoría de edad para titularse Rey. Carlos se encontraba en la ciudad de Gante, en los Países Bajos, educándose como heredero de aquellos estados y de todo el Imperio austro-germánico.
Cazalegas ha tenido la visión histórica de la conmemoración del V Centenario de aquel último viaje que terminó con la muerte del rey que inicia la grandeza española de los Siglos de Oro junto a su esposa Isabel la Católica: edición de un folleto conmemorativo, conferencia, exposición, mercadillo medieval, Misa en Rito Mozárabe, escenificación de un Auto de Fe de la Santa Inquisición, inauguración de placa conmemorativa… Todo el pueblo respondió ataviándose con vestidos y atuendos medievales… y para dar más esplendor allí estuvieron Caballeros y Damas del Capítulo de Isabel la Católica, del Santo Sepulcro de Jerusalén, de la Orden de Caballeros de Malta.
A continuación incluimos los versos con que José María Gómez puso brillante colofón a sus palabras.
FERNANDO EL CATÓLICO EN CAZALEGAS
Año mil quinientos quince
fue la señalada fecha,
día once de noviembre,
pernoctaba en Cazalegas
el Rey Fernando el Católico
durante el viaje que hiciera,
el último de su vida,
por las tierras extremeñas
camino de Guadalupe,
donde la Virgen Morena
en su grave enfermedad
le ayudara y protegiera.
En Cazalegas firmó
con gran recato y urgencia
una Carta a don Fernando,
nieto de su preferencia.
Desde aquí siguió el viaje
por Talavera, Oropesa,
Plasencia, Trujillo y otras
más humildes aldehuelas.
Quería orar en Guadalupe
ante su Virgen Morena,
pues presentía la muerte
de día en día más cerca.
Mas no llegó a Guadalupe
la gran comitiva regia
ni el rey que la presidía.
En una cercana aldea,
llamada Madrigalejo,
se agravaba su dolencia
y moría el Rey Fernando.
Los que le asistieron cuentan
que sus últimas palabras
fueron: “¡Oh Virgen Morena
que desde tu Monasterio
en todo mi reino reinas…
oh esposa mía Isabel,
mujer fiel y santa reina,
que desde el Cielo que gozas
a nuestra España gobiernas…
tomad mi alma pecadora
y conducidla en presencia
de Dios Todopoderoso
para que Él me conceda
por vuestra intercesión santa
la felicidad eterna.”
Así murió el Rey Fernando,
durante el viaje que hiciera,
el último de su vida,
pasando por Cazalegas.
Y así este pueblo querido
con gran honor lo recuerda
quinientos años después
para memoria perpetua.
José María Gómez Gómez
11 de noviembre de 2015
lunes, 2 de noviembre de 2015
lunes, 5 de octubre de 2015
HOMENAJE A ISABEL LA CATÓLICA y SANTA TERESA DE JESÚS EN LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE ÁVILA
Los actos tuvieron lugar el sábado día 3 de octubre. Comenzaron con una visita cultural al Monasterio de la Encarnación, en cuya iglesia los Caballeros y Damas asistieron a una Santa Misa votiva en honor a Santa Teresa. Solemnizó con cantos gregorianos la Schola Caesarobrigensis, como es habitual en los actos del Capítulo.
En el salón de actos de la Universidad Católica se celebró Acto Académico, en que la Dama Excma. Sra. Dª María Rosa Calvo Manzano, incomparable intérprete del arpa, y el Gran Maestre y Poeta Ilmo. Sr. D. José María Gómez Gómez encandilaron a todos los presentes con un emotivo recital poético-musical sobre textos de santa Teresa. Completaron el acto con emocionadas palabras el Director de la Academia de la Hispanidad y la Rectora de la Universidad Católica Excma. Sra. Dª Rosario Saez Yuguero. El Gran Maestte hizo entrega a la Rectora de una Placa Conmemorativa en bellísima cerámica de Talavera con las efigies de Isabel la Católica y Santa Teresa de Jesús, las dos mujeres abultases por excelencia, gloria y orgullo de España. Como broche final, la Schola interpretó el Himno del Capítulo y el Himno Universitario "Gaudeamus igitur".
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