EL GRAN MAESTRE JOSÉ MARÍA GÓMEZ ASISTE
EN SANTA FE DE GRANADA INVITADO A LA FIESTA DE LAS CAPITULACIONES Y 525
ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD
Ha asistido los
pasados días 16 y 17 de abril invitado a la conmemoración de las Capitulaciones
de los Reyes Católicos con Colón en la ciudad de Santa Fe de Granada. 524 años
se cumplen de tan trascendental evento y 525 de la Fundación de Santa Fe, cuya
celebración se inicia en estas fechas, se prolongará en los meses siguientes y
culminará el día 2 de octubre, fecha histórica de la inauguración de la ciudad
en 1491.
Va para tres años que, a
iniciativa de José María Gómez y en estrecha colaboración el Ayuntamiento de
Santa Fe y el Capítulo de Isabel la Católica, se inauguró el busto de la Reina
Isabel que preside la entrada del antiguo Real de los Reyes Católicos y hoy
gran centro histórico-cultural de Santa Fe. Desde entonces la Reina Católica es
el personaje central de la conmemoración, tanto de las Capitulaciones como de
la Fundación de la ciudad. Las gentes de la ciudad se visten con lujosos arreos
de la época y ejecutan elegantes danzas. Un grupo de soldados evocan con sus
vestimentas y armas a los viejos tercios españoles del Gran Capitán. Todo ello
para dar colorido y ambiente a la escenificación de las Capitulaciones, que
llevan adelante actores en los papeles de los Reyes Católicos, Cristóbal Colón,
el cardenal Mendoza y el secretario Juan de Coloma…
Las autoridades de Santa Fe
proponen cada año a José María Gómez la asistencia a la conmemoración,
pidiéndole que tenga las palabras de elogio ante el busto de la Reina. Desde la
inauguración del monumento no ha podido asistir nuestro Gran Maestre, pero este
año por fin sí ha sido posible. La expectación era enorme, pues la asistencia
de personalidades fue muy nutrida: alcaldes y concejales de los pueblos
hermanos de Santa Fe, Palos de la Frontera y Bayona la Real, de Valencia de las
Torres (Badajoz), de Briviesca (Burgos), de pueblos de la Vega de Granada… el
Consejero de Salud de Andalucía, el Presidente de la Diputación de Granada,
diputados y diputadas nacionales y autonómicas…
Llegado el momento, ante el
busto de la Reina, tomó la palabra José María Gómez. He aquí íntegro el texto
recitado por nuestro Gran Maestre (porque, como es sabido, José María no lee,
recita con incomparable entonación y emoción):
En la espaciosa vega de Granada,
promesa de futuro y esperanza,
con un buey, un arado y una lanza
una Cruz gigantesca fue trazada.
En sus brazos, pujante y encalada,
una altiva ciudad creció, a la usanza
de aquella santa guerra y su mudanza,
con muro militar fortificada.
En ella fincó firme, fuerte y fiel
la reina de la Fe, doña Isabel.
Aquí aceptó Boabdil las rendiciones.
Y aquí, cuando Granada fue vencida,
ensueño de grandeza presentida,
Colón firmó las Capitulaciones.
Excelentísimas e ilustrísimas autoridades…
Distinguida concurrencia…
Doña Isabel de Castilla…
Madre de España y América…
Ante vuestro egregio busto
que con honor representa
que junto al rey don Fernando
mandasteis que se erigiera
esta ciudad, SANTA FE,
e hicisteis voto y promesa
de fincar vuestro Real
y nos partiros de ella
hasta que, por vuestro asedio,
Granada al fin se rindiera…
Ante vuestro egregio busto,
Católica y ejemplar Reina,
quiero evocar que este año
es la señalada fecha
(año dos mil dieciséis)
en que se cumple y celebran
quinientos años exactos
desde aquel en que muriera
vuestro esposo don Fernando.
Permitidme, invicta Reina,
evocar por un momento
de Fernando la grandeza
que en nuestra historia de España
junto a vos queda señera…
“el rey de la unificación, del engrandecimiento y del
expansionismo de España, que inicia los Siglos de Oro”. Hijo del futuro rey de
Aragón Juan II y de Blanca de Navarra, Fernando nació en Sos de Aragón en 1452.
Siendo en principio un segundón (el heredero de Aragón iba a ser su hermano
mayor Carlos de Viana), a la muerte de éste en 1461 fue jurado heredero del
trono de Aragón. Para aumentarle nobleza y con la perspectiva de vuestro
matrimonio, su padre le nombró Rey de Sicilia en 1468 y, al año siguiente casó
con vos, la heredera de Castilla, Isabel la Católica. Al morir Enrique IV de
Castilla en 1474, y proclamaros Isabel reina, Fernando también será rey de
Castilla en virtud de la Concordia de Segovia del Tanto Monta en 1475. Así,
antes de ser rey de Aragón, fue Fernando V de Castilla. Por fin, en 1479, tras
la muerte de su padre, fue Fernando II de Aragón.
Ganó la guerra civil y de sucesión de Castilla frente
al rey de Portugal y los partidarios de la Beltraneja, y siempre en perfecto
entendimiento con vos, llevó a delante la conquista de Granada, la adhesión de
las Islas Canarias y el Descubrimiento de América, todo ello con vuestra
necesaria colaboración, su fidelísima esposa Isabel la Católica. Y en los
primeros años del siglo XVI inició las campañas de Italia con la conquista del
Reino de Nápoles, gracias a los fabulosos éxitos militares de su pariente y
vuestro, El Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba.
Tras vuestra muerte, que él lloró como quien perdía su
más íntimo y preciado tesoro, supo llevar con habilidad la regencia de Castilla
(como vos lo habíais dispuesto en testamento) frente a la ambición de vuestro
yerno Felipe el Hermoso y la incapacidad para reinar de vuestra hija Juana la
Loca. En este tiempo sumó el título de Fernando III de Nápoles a los títulos de
Fernando V de Castilla y Fernando II de Aragón, que ya ostentaba. En los
últimos años de su reinado aún añadiría otro título en su Corona, el de rey de
Navarra.
Por todo ello, bien merece junto a vos el título de
“rey de la unificación, del
expansionismo y el engrandecimiento de España, que inicia los Siglos de Oro de
la gran cultura española”.
Pero
las cosas humanas,
aún
las más nobles y bellas,
empiezan,
brillan y acaban.
La
edad las torna decrépitas.
Y
vuestro esposo Fernando,
el
más grande rey que hubiera,
en
su vejez enfermó
de
una incurable dolencia.
Año
mil quinientos quince,
el invierno estaba cerca,
cuando el gran rey don Fernando
su último viaje emprendiera,
él que fue un gran rey viajero,
por las tierras extremeñas
camino de Guadalupe,
donde la Virgen Morena
en su grave enfermedad
le ayudara y protegiera.
Quería llegar a Granada
y en el Alhambra quisiera
visitar vuestro sepulcro
y que Dios le concediera
morir allí, a vuestro lado,
y que allí le diesen tierra
a su cuerpo junto al vuestro…
y que juntos recibierais
el Juicio Final que Dios
en su bondad decidiera…
De Madrid, por Casarrubios
va la comitiva regia.
El día once de noviembre,
pernoctaba en Cazalegas.
Aquí su hija doña Juana
y doña Germana esperan.
El rey ya va muy enfermo.
Incurable es su dolencia.
Desde aquí siguió el viaje
por Talavera, Oropesa…
Celebró la Navidad
en la ciudad de Plasencia
Y en Trujillo el día de Reyes
con encierros le festejan
de toros. Desde Trujillo
partió el rey con mucha urgencia.
Quería orar en Guadalupe
ante su Virgen Morena,
pues presentía la muerte
de día en día más cerca.
Mas no llegó a Guadalupe
la gran comitiva regia
ni el rey que la presidía.
En una cercana aldea,
llamada Madrigalejo,
se agravaba la dolencia
y moría el Rey Fernando.
Día veintitrés de enero
fue la señalada fecha,
mil quinientos dieciséis
(así Dios lo dispusiera).
Los que le asistieron cuentan
que sus últimas palabras
fueron: “¡Oh
Virgen Morena
que desde tu Monasterio
en todo mi reino reinas…
oh esposa mía Isabel,
mujer fiel y santa reina,
que desde el Cielo que
gozas
a nuestra España gobiernas…
tomad mi alma pecadora
y conducidla en presencia
de Dios Todopoderoso
para que Él me conceda
por vuestra intercesión
santa
la felicidad eterna.”
Así murió el Rey Fernando,
durante el viaje que hiciera,
el último de su vida,
por las tierras extremeñas.
Hoy España, conmovida,
con gran honor lo recuerda
quinientos años después
para memoria perpetua.
Junto a vos, Reina Isabel,
Madre de España y América,
él fue el rey de la unidad
de España y de su grandeza.
Quería llegar a Granada
y en el Alhambra señera
visitar vuestro sepulcro
y que Dios le concediera
morir allí, a vuestro lado,
y que allí le diesen tierra
a su cuerpo junto al vuestro…
y que juntos recibierais
el Juicio Final que Dios
en su bondad decidiera…
No pudo llegar con vida.
Muerto entraba en esta tierra.
Y junto a vos fue enterrado
en el Alhambra señera
hasta que la gran Capilla
real por fin se erigiera,
la misma en la que esperáis
juntos la Victoria Eterna.
José María Gómez Gómez
Gran Maestre del Capítulo
de Isabel la Católica